Notas sobre la Conservación


Mucho se habla sobre la importancia de la conservación de nuestro patrimonio arquitectónico. No es raro que se denuncien, demasiadas veces a posteriori, todas las virtudes histórico-arquitectónicas de edificios que habían sufrido hasta el momento de su expiración, por el olvido colectivo. La importancia de la conservación de los documentos arquitectónicos estriba en que son éstos -y la memoria de algunos individuos- los que quedan como testimonio y prueba única de la existencia de un edificio.

A través de las épocas el papel ha sido el soporte más utilizado para la comunicación escrita y gráfica. En el campo de la arquitectura, no fue hasta finales del siglo XVIII que se comenzaron a desarrollar papeles especializados para dibujantes y artistas. La demanda por soportes especiales para el dibujo surgió por la preferencia y el marcado desarrollo de la técnica de la acuarela, medio muy utilizado por los arquitectos como método de representación hasta principios del siglo XX.

Ya para 1840, los papeles producidos mecánicamente estaban disponibles en Estados Unidos. Sin embargo, hasta aproximadamente 1930 muchos arquitectos preferían utilizar papeles hechos a mano para sus dibujos finales, en donde aplicaban técnicas de aguada y acuarela. Ello, para enfatizar el componente artístico de los dibujos arquitectónicos. Paralelamente, desde 1860 muchos arquitectos escogían el tracing paper [papel vegetal y vellum] como el soporte usual para realizar tanto croquis como dibujos de presentación en una variedad de medios tales como grafito, tinta y aguadas. Al ser el papel vegetal y el vellum soportes translúcidos, a partir de ellos se producían excelentes heliografías, lo cual justificaba su uso para dibujos originales.

La preferencia de hojas de tela como soporte para dibujos arquitectónicos comenzó a mediados del siglo XIX. Además de translúcida, la tela era un soporte duradero, ambas propiedades deseables para dibujos de construcción. Las hojas de tela recubiertas de almidón producía una superficie para aceptar la tinta eficientemente. No obstante, por su costo elevado, el uso de tela como soporte para dibujos arquitectónicos comenzó a aminorar para mediados del siglo XX.

Los soportes sintéticos comenzaron entonces a utilizarse frecuentemente. Con la introducción al mercado del poliéster, comúnmente conocido como Mylar, se sustituyó la tela como el soporte de preferencia para realizar dibujos finales y de construcción.

El papel es sumamente vulnerable y reacciona a las condiciones ambientales y al manejo al que se expone. El trabajo de conservación de obras en papel se realiza pues, con el propósito de preservarlas y acondicionarlas para prolongar su vida útil. Cada obra tiene características físicas intrínsecas y un historial de deterioro que son preciso considerar al planificar la estrategia de intervención. El tipo de soporte, los medios utilizados para dibujar [grafito, tintas, lápiz de color, marcadores, etc.], los agentes ambientales a que estuvo expuesta la obra [temperaturas, humedades relativas, exposición a la luz, etc.], la calidad de aire, el ataque de sabandijas, el manejo y el almacenaje inadecuado, además de las previas intervenciones de conservación deben estudiarse a profundidad para realizar un trabajo adecuado.

El Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico [AACUPR] conserva en su acervo documentos arquitectónicos en soportes y medios variados que reflejan diversos niveles de deterioro. El deterioro que presentan las obras de arte en papel, inclusive los documentos arquitectónicos, quizás no sea reversible, pero las mismas pueden intervenirse preventiva o remediativamente para estabilizarlas tanto física como químicamente y así reducir o detener el daño.

Esta muestra refleja intervenciones de conservación realizadas a varios dibujos arquitectónicos en las colecciones del AACUPR. Los ejemplos intervenidos fueron seleccionados por su diversidad de soportes y medios, además de la viabilidad de realizar tratamientos similares en el laboratorio de conservación con que contará el AACUPR eventualmente. Bajo esta perspectiva, la importancia de la conservación en la arquitectura no se reduce sólo a mantener en pie estructuras con valor histórico-arquitectónico, sino que también se amplía para incluir la arquitectura que queda plasmada en papel. La que a duras penas sobrevive ante la ignorancia, la animosidad y el olvido de muchos.